El centro de
interés de este martes irá dedicado a la transición de Primaria a Secundaria,
ya que considero que puede representarse como un momento crítico para el
alumnado. La razón de orientar mi artículo a esta temática viene motivada por
la falta de consciencia y de valoración que creo que existe en torno a ésta. Además,
la mayoría de nosotros hemos protagonizado este momento y disponemos de
experiencia que espero que se vincule con lo que a continuación voy a
presentar.
Para analizar la
situación enfocaré la mirada hacia el propio centro escolar como responsable en
gran parte de esta transición escolar. Un primer objeto de estudio seria el profesorado ya que éste se ve
incrementado en la etapa de Secundaria y con ello se redefinen sus roles. Quizás
no prestamos la suficiente atención a este hecho pero deberíamos saber que esto
puede comportar una cierta desorientación en el alumnado, y más aún si este
traspaso conlleva el cambio de centro.
También podemos hacer alusión a una práctica que se tiende a realizar en la
etapa de Secundaria cuyas consecuencias perjudican al alumnado. En concreto, me
estoy refiriéndome a la agrupación del
alumnado en función de su rendimiento o ritmos de aprendizaje, comportando
la separación y el etiquetaje de éste. De esta manera, cada alumno comienza a
tomar consciencia de la situación en la que se encuentra pudiendo dañar la
autoestima de los considerados por el profesorado como menos capaces, afectando
a su vez en sus niveles de expectativas.
A pesar de no
haber realizado un análisis demasiado exhaustivo de esta realidad hemos podido
recoger evidencias que demuestran que la transición de Primaria a Secundaria
merece ser considerada. Por este motivo, voy a presentar las actuaciones que
creo pueden resultar de gran ayuda y por lo tanto reducirían el impacto
negativo en el alumnado de esta transición escolar. El primer requisito es
garantizar un total y adecuado traspaso
de información entre los centros de Primaria y los de Secundaria, en donde
a partir de entrevistas regulares se pudieran recoger todos aquellos datos
necesarios para facilitar la continuidad del proceso educativo del alumnado.
Esta misma medida a priori de la transición la relacionaríamos con las
entrevistas de seguimiento a posteriori entre centros, sobre todo para aquellos
casos que requieren especial atención (alumnado con NEE, dificultades de
aprendizaje, etc.). Otras de las medidas a realizar serían las charlas informativas tanto para las
familias como para el alumnado con el objetivo de favorecer el conocimiento
del nuevo centro escolar sobre aspectos relacionados con las normas de
convivencia, de organización, de funcionamiento o de recursos existentes.
Hasta el momento
he hecho referencia a estrategias a realizar antes de la transición escolar,
pero también encontramos otras que se llevan a cabo una vez ha tenido lugar
dicho momento. La realización de dinámicas
de grupo para facilitar el conocimiento dentro del grupo clase puede resultar
una buena medida para comenzar a generar un buen clima en el aula. Por otro
lado, considero que la aplicación de
test que permitan evaluar las necesidades psicopedagógicas, académicas o
sociales del alumnado son fundamentales para posteriormente realizar acciones
tutoriales con aquellos que más lo necesitan. Y para acabar, otra estrategia a
destacar seria el mantener el contacto
con las familias a partir de encuentros para informarles y orientales,
especialmente cuando el alumnado presenta dificultades de aprendizaje o de
adaptación al centro, pudiendo así llegar a compromisos para una mejor
colaboración.
En definitiva, con
el artículo de hoy espero que reflexionéis sobre la importancia de promover la
implicación de todo el centro escolar para desarrollar actuaciones con el fin
de ayudar al recién alumnado a superar posibles inseguridades en su nueva
etapa.
Para acabar os
plantearía el siguiente interrogante: ¿Qué otras medidas consideráis que pueden
favorecer la transición entre etapas educativas?
Reflexionar…
Saida
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