martes, 16 de diciembre de 2014

La Práctica Reflexiva: la suma de la experiencia y la reflexión

Antes de presentar el centro de interés de este martes me gustaría comunicaros que este mes de diciembre se me ha presentado un poco ajetreado, y por ello la razón por la que la semana pasada no pude publicar. Como ya sabéis, para mí tener este blog representa mucho y por ello intento esforzarme cada martes en compartir mi opinión con todos vosotros. Para ser sincera mi idea de tener un blog no es “obligarme” a cumplir semanalmente, por ello prefiero escribir nuevas entradas siempre y cuando haya tenido el tiempo para hacerlo y pueda garantizar que lo que publique sea el resultado de destinar mi dedicación a ello. Una vez expresado esto, he de decir que el centro de interés de este martes será el último antes de despedir el año, así que no se haga más de esperar.

La semana pasada acudió a una sesión del máster que realizo la Dra. Àngels Domingo, experta en “Practica Reflexiva”, concepto que hasta el momento no tenía muy familiarizado. Por esta razón al pensar que para muchos de vosotros es también un término desconocido he decidido dedicar esta entrada a escribir sobre éste. Para aproximarnos a la Práctica Reflexiva podríamos definirla como una metodología que busca el desarrollo profesional de los docentes a partir de la mejora de sus competencias reflexivas. Por lo tanto, sabemos que estamos ante una manera de trabajar del profesorado que pretende fomentar su reflexión con el fin de incrementar el éxito en su área de actuación. Ahora bien, nos podríamos plantea: ¿Qué tiene de novedosa esta metodología? Y ¿De qué manera se lleva a cabo esta metodología?. A continuación, voy a intentar dar respuesta a estos interrogantes.

Hoy en día nadie duda de que los docentes a la hora de resolver posibles problemas profesionales hagan uso de sus conocimientos y experiencias, pero quizás si se pone en cuestión si de igual manera ponen en práctica su capacidad reflexiva. Concretamente, esta metodología podría aplicarse en dos niveles. Primeramente, nos referimos a un nivel individual cuando es el mismo profesional que tiene el problema el que realiza el proceso reflexivo. Es decir, en este primer nivel el problema sería abordado desde una cultura docente individual formada por ideas, creencias, experiencias, teorías, conocimientos implícitos, etc. Pero si además este mismo problema pasa a ser considerado por todo un grupo de profesionales estaríamos ante un nivel grupal. Así pues, lo que realmente se pretende con esta metodología es enriquecer el proceso reflexivo mediante la suma y la diversidad de reflexiones individuales, consiguiendo a su vez que entre todos lleguen a la resolución del conflicto.

Otro de los aspectos que convierten la Práctica Reflexiva en una metodología atrayente para los centros educativos es que permite que el propio profesorado aprenda de su propia experiencia. No obstante, para que la experiencia sea fuente de nuevo conocimiento se precisa a posteriori de un proceso reflexivo metódico, sistemático e intencional. Además, quiero destacar que lo que puede parecer una simple metodología puede favorecer la construcción de una cultura docente cooperativa. Es más, si la práctica reflexiva acaba instalándose en el día a día del centro educativo estarán creando a partir de hechos concretos una propia manera de actuar y de comportarse ante un futuro e idéntico hecho. También, es importante saber que para llevar a cabo con éxito este proceso se precisa de la figura de un profesional capacitado para conducir y guiar a los docentes a la resolución del conflicto.


Para acabar con el centro de interés de este martes, os presento un gráfico que muestra el proceso de esta metodología también conocida como método R5.


No quisiera despedirme sin antes desearos felices fiestas y animaros a aprovechar la entrada de un nuevo año para marcaros nuevas metas por las que luchar.

Hasta pronto…

Saida

martes, 2 de diciembre de 2014

Las reuniones entre profesorado: Construyendo un vínculo

¡Vuelvo otro martes más! Siento mi ausencia la semana pasada pero por motivos personales no pude publicar nueva entrada. Vamos a empezar este mes de diciembre con un centro de interés que personalmente concentra toda mi atención, sobre todo en la época en la que nos encontramos de finalización de un primer periodo escolar: Las reuniones entre profesorado.

Estoy convencida que la mayoría de vosotros habéis oído hablar de estas reuniones, pero pocos conocen la verdadera significación de éstas. Por eso, voy a dedicar este martes no únicamente a caracterizarlas sino a exponer los efectos que pueden generar en la dinámica del centro escolar y de las propias aulas.

En líneas generales podríamos definir las reuniones entre el equipo docente como aquellas que permiten el encuentro de todos los profesores de un centro educativo con el fin de sumar sus esfuerzos y conseguir un determinado objetivo. Ésta no es una “definición de manual” ni mucho menos, simplemente nos permite entrever su singularidad. No obstante, a mi modo de pensar no todo encuentro entre el profesorado merece ser catalogado como reunión, ya que aquí destacaría una idea clave; las reuniones están orientadas a la consecución de metas organizacionales. De esta manera, obviamos de la definición todos aquellos agrupamientos fortuitos sin planificación previa que no persiguen el desarrollo del centro.  

Personalmente existen determinados momentos que requieren la convocatoria de una reunión de profesorado y esos serian al inicio y al final de los periodos- trimestres escolares. Concretamente, las reuniones iniciales tienen un carácter de diagnóstico ya que buscan conocer la situación actual para seguidamente a partir de las opiniones del equipo llegar a acuerdos para marcar objetivos de actuación. En cambio, las reuniones finales, como sería el caso en este momento, disponen de un carácter evaluativo ya que se recuerdan los objetivos de actuación para determinar si se están logrando y si así fuera necesario tomar las medidas oportunas.

Todo centro educativo que quiera realizar reuniones productivas ha de saber que no basta con llegar a acuerdos en éstas, sino que posteriormente se necesita del trabajo en equipo para consolidar el éxito de las actuaciones. Además, estas reuniones no tendrían sentido en su práctica si no se permite la participación de todos y cada uno de sus integrantes, pero para ello puede ser clave la figura de un moderador que garantice la efectividad de los debates en la reunión.




Doy por acabado el centro de interés de hoy, pero quiero decir que aunque el presente tema pueda parecer que escasee de relevancia detrás de estas reuniones hay mucho por descubrir y mejorar.

Saida