Antes de
presentar el centro de interés de este martes me gustaría comunicaros que este
mes de diciembre se me ha presentado un poco ajetreado, y por ello la razón por
la que la semana pasada no pude publicar. Como ya sabéis, para mí tener este
blog representa mucho y por ello intento esforzarme cada martes en compartir mi
opinión con todos vosotros. Para ser sincera mi idea de tener un blog no es
“obligarme” a cumplir semanalmente, por ello prefiero escribir nuevas entradas
siempre y cuando haya tenido el tiempo para hacerlo y pueda garantizar que lo
que publique sea el resultado de destinar mi dedicación a ello. Una vez
expresado esto, he de decir que el centro de interés de este martes será el último
antes de despedir el año, así que no se haga más de esperar.
La semana pasada
acudió a una sesión del máster que realizo la Dra. Àngels Domingo, experta en “Practica Reflexiva”, concepto que hasta
el momento no tenía muy familiarizado. Por esta razón al pensar que para muchos
de vosotros es también un término desconocido he decidido dedicar esta entrada
a escribir sobre éste. Para aproximarnos a la Práctica Reflexiva podríamos
definirla como una metodología que
busca el desarrollo profesional de los docentes a partir de la mejora de sus
competencias reflexivas. Por lo tanto, sabemos que estamos ante una manera de
trabajar del profesorado que pretende fomentar su reflexión con el fin de
incrementar el éxito en su área de actuación. Ahora bien, nos podríamos plantea:
¿Qué tiene de novedosa esta metodología? Y ¿De qué manera se lleva a cabo esta
metodología?. A continuación, voy a intentar dar respuesta a estos
interrogantes.
Hoy en día nadie
duda de que los docentes a la hora de resolver posibles problemas profesionales
hagan uso de sus conocimientos y experiencias, pero quizás si se pone en
cuestión si de igual manera ponen en práctica su capacidad reflexiva. Concretamente,
esta metodología podría aplicarse en dos niveles. Primeramente, nos referimos a
un nivel individual cuando es el
mismo profesional que tiene el problema el que realiza el proceso reflexivo. Es
decir, en este primer nivel el problema sería abordado desde una cultura
docente individual formada por ideas, creencias, experiencias, teorías,
conocimientos implícitos, etc. Pero si además este mismo problema pasa a ser
considerado por todo un grupo de profesionales estaríamos ante un nivel grupal. Así pues, lo que
realmente se pretende con esta metodología es enriquecer el proceso reflexivo
mediante la suma y la diversidad de reflexiones individuales, consiguiendo a su
vez que entre todos lleguen a la resolución del conflicto.
Otro de los
aspectos que convierten la Práctica Reflexiva en una metodología atrayente para
los centros educativos es que permite que el propio profesorado aprenda de su
propia experiencia. No obstante,
para que la experiencia sea fuente de nuevo conocimiento se precisa a
posteriori de un proceso reflexivo metódico,
sistemático e intencional. Además, quiero destacar que lo que puede parecer una
simple metodología puede favorecer la construcción de una cultura docente cooperativa. Es más, si la práctica reflexiva acaba
instalándose en el día a día del centro educativo estarán creando a partir de
hechos concretos una propia manera de actuar y de comportarse ante un futuro e
idéntico hecho. También, es importante saber que para llevar a cabo con éxito este
proceso se precisa de la figura de un profesional capacitado para conducir y
guiar a los docentes a la resolución del conflicto.
Para acabar con
el centro de interés de este martes, os presento un gráfico que muestra el
proceso de esta metodología también conocida como método R5.
No quisiera
despedirme sin antes desearos felices fiestas y animaros a aprovechar la
entrada de un nuevo año para marcaros nuevas metas por las que luchar.
Hasta pronto…
Saida
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