martes, 11 de febrero de 2014

La función tutorial, una pieza clave en el proceso educativo

Al comenzar el año me propuse inaugurar este blog, y a su vez me comprometí conmigo misma a intentar cada martes publicar una nueva entrada. Con esto no quiero dar a entender que este blog se haya convertido en una obligación o una rutina para mí, sino todo lo contrario. Simplemente quiero que sepáis que si mi grado de compromiso con el blog es tan elevado es básicamente porque me apasiona poder mostraros cada semana una parte de mí, mi vocación.  

Después de explicaros lo anterior, ahora ya sí voy a presentar el centro de interés de esta semana: La función tutorial, o más conocida como la tutoría. Muchos de vosotros quizás os estéis acordando de esa hora que se dedicaba a la semana para tratar aparentemente temas banales, y por ello sería del todo lógico que os preguntarais el porqué dedicar una entrada a hablar de este tema. Pues justo por esta razón, porque pienso que la conocida tutoría es mucho más que una hora a la semana, y por ello personalmente prefiero hablar de función tutorial o acciones tutoriales y no tanto de tutoría.

Comenzaría comentando que NO es la función tutorial, pues por ejemplo no es una acción puntual, ni únicamente una actuación correctiva para dar respuesta a ciertos problemas surgidos durante el proceso de enseñanza y aprendizaje, ni mucho menos una hora a la semana para descansar y alejarnos de los contenidos propios del currículum. Entonces, ¿Qué es realmente la función tutorial? Es una acción continuada, un proceso con principios y objetivos, transversal al currículum, y especialmente una oportunidad para atender personalmente a cada una de las inquietudes, preocupaciones o necesidades del alumnado. Por este motivo, entiendo la función tutorial como un elemento implícito al proceso educativo e inherente a la actividad docente. Por lo tanto, hemos de concebir las acciones tutoriales como todo un proceso de acompañamiento y atención para promover, favorecer y reforzar el desarrollo integral de cada uno de los alumnos.

Personalmente, considero que es un error buscar el éxito escolar con la sobreinformación, es decir, que no por dedicar más tiempo a los contenidos curriculares garantizamos el éxito de éstos. En cambio, quizás destinando espacio y tiempo a potenciar aprendizajes más éticos y morales, a crear ciertas habilidades sociales, a favorecer los procesos de maduración personal y de desarrollo de la identidad podemos contribuir, en parte, al éxito del proceso educativo.

Una vez reconocido el valor de la función tutorial no podemos quedarnos aquí, hemos de pensar en posibles estrategias para mejorar la calidad de los procesos de orientación y tutoría de nuestro sistema educativo. Para acabar con el artículo, voy a decir cuál sería para mí una buena estrategia para comenzar a mejorar la actual situación. Concretamente, creo necesario atender a las necesidades del propio profesorado, el cual se encuentra con dificultades y/o obstáculos a la hora de llevar a cabo la función tutorial. Así pues, es fundamental incidir en la importancia de formar al profesorado proporcionándoles recursos y medios para garantizar el éxito del proceso tutorial.




Saida

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