Estoy de vuelta con
mi tercera publicación, la cual tiene como centro de interés la formación en
las organizaciones. De primeras puede parecer un tema muy poco motivador, pero
soy de esas personas que creo que todo según como se enfoque puede adquirir
otra perspectiva, y eso es lo que quiero hacer con este artículo. Así pues a
continuación, me planteo un doble reto, por un lado intentar hacer este tema
más atrayente, y por otro lado transmitir la esencia principal de éste.
Comienzo haciendo
una afirmación que puede resultar arriesgada y probablemente muchos de vosotros
no estéis de acuerdo con ella “Detrás de
cualquier organización habría de haber siempre un mismo objetivo”. Quizás
penséis que es una cuestión relativa ya que para algunas organizaciones su
objetivo podría ser aumentar las ventas, para otras incrementar su
competitividad, para otras ser una marca líder y así un largo etcétera. De
hecho estaría de acuerdo con todo ello, pero considero que detrás de todos
estos objetivos más específicos siempre debería de estar el alcanzar el
desarrollo organizacional. Personalmente, entiendo el desarrollo organizacional
como un proceso de mejora continua enfocado a la consecución de los objetivos y
resultados de la organización.
Las
organizaciones para alcanzar este desarrollo organizacional necesitan disponer de
profesionales capacitados y motivados que orienten sus esfuerzos al logro de
los objetivos de la organización. Por esta razón, las organizaciones habrían de
comenzar a considerar el factor humano como un recurso estratégico, ya que en
gran parte el éxito de ésta dependerá del potencial de sus trabajadores. Por lo
tanto, ¿no creéis que ante el actual contexto de crisis se convierte en todo un
reto para las organizaciones el poder detectar el talento, potenciarlo y
proyectarlo al futuro?.
La anterior
pregunta nos conduciría a reconocer y valorar la Política formativa dentro de
las organizaciones. Concretamente, la entiendo como el conjunto de acciones que
nos permiten mejorar el capital humano consiguiendo así el desarrollo
profesional, el cual nos llevaría a alcanzar los objetivos de la organización,
y a su vez, el esperado desarrollo organizacional. No obstante, aunque estemos
considerando la formación como un factor de desarrollo estratégico muchas
organizaciones continúan sin contemplarla. Así pues, ¿En qué se está fallando? O
más bien diría, ¿Qué estamos pasando por alto?.
Para acabar con
el artículo voy a intentar dar respuesta a este interrogante. Personalmente,
considero que las organizaciones necesitan ver la formación como una inversión
empresarial. Por esta razón, es indispensable el poder demostrar su pertinencia
y rentabilidad evidenciando la contribución real de la formación a los
resultados de la organización. En definitiva, si realmente queremos comenzar a
considerar la formación como una oportunidad de mejora es necesario que las
organizaciones realicen evaluaciones de impacto con el fin de hacer visibles
los beneficios de la formación.
Saida
No hay comentarios:
Publicar un comentario