martes, 21 de enero de 2014

Apostar por formación, apostar por el desarrollo

Estoy de vuelta con mi tercera publicación, la cual tiene como centro de interés la formación en las organizaciones. De primeras puede parecer un tema muy poco motivador, pero soy de esas personas que creo que todo según como se enfoque puede adquirir otra perspectiva, y eso es lo que quiero hacer con este artículo. Así pues a continuación, me planteo un doble reto, por un lado intentar hacer este tema más atrayente, y por otro lado transmitir la esencia principal de éste.

Comienzo haciendo una afirmación que puede resultar arriesgada y probablemente muchos de vosotros no estéis de acuerdo con ella “Detrás de cualquier organización habría de haber siempre un mismo objetivo”. Quizás penséis que es una cuestión relativa ya que para algunas organizaciones su objetivo podría ser aumentar las ventas, para otras incrementar su competitividad, para otras ser una marca líder y así un largo etcétera. De hecho estaría de acuerdo con todo ello, pero considero que detrás de todos estos objetivos más específicos siempre debería de estar el alcanzar el desarrollo organizacional. Personalmente, entiendo el desarrollo organizacional como un proceso de mejora continua enfocado a la consecución de los objetivos y resultados de la organización.

Las organizaciones para alcanzar este desarrollo organizacional necesitan disponer de profesionales capacitados y motivados que orienten sus esfuerzos al logro de los objetivos de la organización. Por esta razón, las organizaciones habrían de comenzar a considerar el factor humano como un recurso estratégico, ya que en gran parte el éxito de ésta dependerá del potencial de sus trabajadores. Por lo tanto, ¿no creéis que ante el actual contexto de crisis se convierte en todo un reto para las organizaciones el poder detectar el talento, potenciarlo y proyectarlo al futuro?.

La anterior pregunta nos conduciría a reconocer y valorar la Política formativa dentro de las organizaciones. Concretamente, la entiendo como el conjunto de acciones que nos permiten mejorar el capital humano consiguiendo así el desarrollo profesional, el cual nos llevaría a alcanzar los objetivos de la organización, y a su vez, el esperado desarrollo organizacional. No obstante, aunque estemos considerando la formación como un factor de desarrollo estratégico muchas organizaciones continúan sin contemplarla. Así pues, ¿En qué se está fallando? O más bien diría, ¿Qué estamos pasando por alto?.

Para acabar con el artículo voy a intentar dar respuesta a este interrogante. Personalmente, considero que las organizaciones necesitan ver la formación como una inversión empresarial. Por esta razón, es indispensable el poder demostrar su pertinencia y rentabilidad evidenciando la contribución real de la formación a los resultados de la organización. En definitiva, si realmente queremos comenzar a considerar la formación como una oportunidad de mejora es necesario que las organizaciones realicen evaluaciones de impacto con el fin de hacer visibles los beneficios de la formación.




Saida

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