Hace unos días
asistí a una formación que giraba en torno a los límites a la hora de educar. La
sensación que tuve al finalizarla fue de necesitar más información para acabar
de completar mis vacios de conocimiento, y así finalmente poder construir mi
propia opinión acerca de esta temática. Además, quise indagar ya que hoy en día
tanto los educadores como las propias familias demandan conocer acerca de este
asunto, convirtiéndose éste en una materia de actualidad y de interés. Así que
aquí estoy para intentar con este artículo no prepararles para ser expertos en
el tema, sino más bien para mostrarles las que serian para mí las ideas
principales de este centro de interés: Los límites para educar.
Probablemente
muchos de vosotros dudáis o hasta negáis que los límites sean necesarios para
educar. Por este motivo, podríamos comenzar formulándonos la siguiente
pregunta:¿Son necesarios los límites para educar?. Personalmente, mi respuesta
es afirmativa ya que creo que sin la presencia de éstos el niño se encontraría
desorientado. Es decir, el principal objetivo de los límites no es otro que
contribuir a un estado de equilibrio y espacio de seguridad en la infancia. Llegados
a este punto, me gustaría poner énfasis en la importancia de no asociar ni
relacionar límite con manifestación de cierta forma de violencia, ya que son
conceptos totalmente diferentes. Por lo tanto, educamos con límites no con
violencia.
Para continuar
avanzando y descubriendo acerca de los límites nos podríamos plantear un
segundo interrogante, ¿Cómo gestionar correctamente estos límites?. Seguramente,
penséis que esta pregunta nos conduce a la gran y complicada solución, y os
estaríais equivocando en cuanto a lo de complicada ya que a veces lo
aparentemente complejo resulta más fácil de lo que jamás habíamos pensado. Simplemente
para gestionar los límites de manera eficaz hemos de crear y comunicar límites claros,
concretos y concisos ya que no hemos de olvidar que éstos van dirigidos a
niños. Por este motivo, las criaturas necesitan conocer específicamente qué esperamos
de su comportamiento, ya que por ejemplo la típica frase “pórtate bien” puede
resultar muy ambigua para éstas.
Y ya para finalizar
con el artículo, quiero comentar otro aspecto que considero de relevancia a la
hora de trabajar los límites. Concretamente, ante una situación en dónde la
conducta del niño ha sobrepasado el límite es importante como educadores
establecer una consecuencia para hacerlo consciente que su comportamiento no ha
sido el correcto. No obstante, lo verdaderamente clave es que ésta esté
vinculada con la conducta negativa que ha mostrado el niño en ese mismo
momento. Por ejemplo, pongámonos en el caso que nos encontramos ante una
situación de falta de interés en las tareas escolares y nuestro objetivo es
actuar para mejorar esta conducta. En este contexto de nada servirá eliminar
una serie de privilegios que no guardan relación con el comportamiento que
manifestó el niño, de este modo la consecuencia tendrá que incidir directamente
en la problemática descrita.
¡Espero que les haya gustado!
Saida
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