martes, 14 de enero de 2014

Educar con o sin límites

Hace unos días asistí a una formación que giraba en torno a los límites a la hora de educar. La sensación que tuve al finalizarla fue de necesitar más información para acabar de completar mis vacios de conocimiento, y así finalmente poder construir mi propia opinión acerca de esta temática. Además, quise indagar ya que hoy en día tanto los educadores como las propias familias demandan conocer acerca de este asunto, convirtiéndose éste en una materia de actualidad y de interés. Así que aquí estoy para intentar con este artículo no prepararles para ser expertos en el tema, sino más bien para mostrarles las que serian para mí las ideas principales de este centro de interés: Los límites para educar.

Probablemente muchos de vosotros dudáis o hasta negáis que los límites sean necesarios para educar. Por este motivo, podríamos comenzar formulándonos la siguiente pregunta:¿Son necesarios los límites para educar?. Personalmente, mi respuesta es afirmativa ya que creo que sin la presencia de éstos el niño se encontraría desorientado. Es decir, el principal objetivo de los límites no es otro que contribuir a un estado de equilibrio y espacio de seguridad en la infancia. Llegados a este punto, me gustaría poner énfasis en la importancia de no asociar ni relacionar límite con manifestación de cierta forma de violencia, ya que son conceptos totalmente diferentes. Por lo tanto, educamos con límites no con violencia.

Para continuar avanzando y descubriendo acerca de los límites nos podríamos plantear un segundo interrogante, ¿Cómo gestionar correctamente estos límites?. Seguramente, penséis que esta pregunta nos conduce a la gran y complicada solución, y os estaríais equivocando en cuanto a lo de complicada ya que a veces lo aparentemente complejo resulta más fácil de lo que jamás habíamos pensado. Simplemente para gestionar los límites de manera eficaz  hemos de crear y comunicar límites claros, concretos y concisos ya que no hemos de olvidar que éstos van dirigidos a niños. Por este motivo, las criaturas necesitan conocer específicamente qué esperamos de su comportamiento, ya que por ejemplo la típica frase “pórtate bien” puede resultar muy ambigua para éstas.

Y ya para finalizar con el artículo, quiero comentar otro aspecto que considero de relevancia a la hora de trabajar los límites. Concretamente, ante una situación en dónde la conducta del niño ha sobrepasado el límite es importante como educadores establecer una consecuencia para hacerlo consciente que su comportamiento no ha sido el correcto. No obstante, lo verdaderamente clave es que ésta esté vinculada con la conducta negativa que ha mostrado el niño en ese mismo momento. Por ejemplo, pongámonos en el caso que nos encontramos ante una situación de falta de interés en las tareas escolares y nuestro objetivo es actuar para mejorar esta conducta. En este contexto de nada servirá eliminar una serie de privilegios que no guardan relación con el comportamiento que manifestó el niño, de este modo la consecuencia tendrá que incidir directamente en la problemática descrita.



¡Espero que les haya gustado!


Saida

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