martes, 29 de abril de 2014

Compartamos la responsabilidad educativa (2)

Dando continuidad al centro de interés del martes pasado, creo preciso que para comenzar con el artículo de hoy conviene recordar la principal idea que extrajimos de éste: La educación es una responsabilidad que compete a toda la sociedad. Esta afirmación nos llevó a entender que la escuela no puede ser considerada el único agente educativo, sino que actualmente se necesita de todo un entorno educador.

Ahora bien, ¿qué entendemos por entorno educador? Toda una realidad que es transmisora de conocimientos y valores, que nos proporciona múltiples posibilidades de aprender. Para entender mejor el concepto hemos de imaginarnos que todo lo que nos rodea a nuestro alrededor se forma a partir de intercambios de informaciones susceptibles de ser aprendidas. Así pues, si realmente queremos valorar el entorno educador es voluntad propia aprovechar este potencial educativo.

Actualmente, del escenario anteriormente explicado surgió el término ciudad educadora ya que de la inmensidad de flujos de información del entorno no todos son apropiados de convertirse en conocimiento. Y es aquí donde la ciudad educadora adquiere sentido como portadora de estrategias de formación y de herramientas para analizar las oportunidades de aprendizaje, con el fin último de formar a ciudadanos responsables y críticos.

Para ser del todo conscientes de la infinidad de oportunidades que nos ofrece la ciudad, entorno educador, hemos de poner atención a las diferentes dimensiones de plantear este mismo concepto. Para comenzar, nosotros como ciudadanos podemos aprender en la ciudad ya que ésta está constituida por múltiples instituciones educativas junto a otros equipamientos y recursos (bibliotecas, museos, teatros, etc.). De esta manera, aprendemos en la ciudad porque ella misma es un entorno educativo que plantea espacios y experiencias educativas no planteadas pedagógicamente. Por otro lado, si entendemos la ciudad como un agente educador esto nos permite aprender de la ciudad. Concretamente, el entorno es generador de información y cultura ya que la red de relaciones humanas que se forman poseen un gran valor educativo y socializador. Y para acabar, no podemos olvidarnos de aprender la ciudad considerándola como contenido educativo ya que en ella nos formamos como ciudadanos. Esta última dimensión adquiere real importancia en cuanto a conocer nuestra ciudad, saber cómo utilizarla y por lo tanto participar en la vida de ésta.

Espero que con el artículo de la semana pasada y el de hoy reflexionemos sobre nuestro papel a la hora de valorar nuestro entorno como agente educativo, ya que una ciudad educadora tiene el objetivo de incidir positivamente en el proceso de desarrollo personal de todos y cada uno de los ciudadanos que la forman.  Todo esto nos ha de llevar a comprender la ciudad como un espacio en el que las relaciones interpersonales se convierten en relaciones de aprendizajes significativas. En definitiva, podemos concluir  diciendo que el trabajo de la escuela y el de la ciudad se complementan para satisfacer un mismo objetivo: formar a ciudadanos.



Saida

No hay comentarios:

Publicar un comentario